El Día de Acción Terre des Hommes 2025
Hoy en día, casi 50 millones de niños se encuentran desplazados en todo el mundo, una cifra sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Huyen de la guerra, la violencia, la persecución, la pobreza o los desastres naturales. La mayoría de estos niños huyen dentro de su país de origen o a países vecinos. Solo una pequeña proporción llega a Europa.
Pero a medida que más niños se ven obligados a abandonar sus hogares, las vías de escape seguras y legales son cada vez más escasas. En lugar de ofrecer protección y perspectivas, muchos países les cierran las fronteras y les cierran los corazones.
En el Día Internacional de los Derechos del Niño, el 20 de noviembre, saldremos a las calles para enviar un mensaje claro sobre los derechos de los niños y jóvenes refugiados.
Terre des Hommes aboga por rutas de escape seguras, protección confiable y participación social para todos los niños. Porque cada niño cuenta, sin importar de dónde venga.
Terre des Hommes exige:
En los últimos años, cada vez más gobiernos han recurrido al aislacionismo, alegando que esto limitará la migración irregular. Lo que no reconocen es que prácticamente no existen vías legales para que los niños y las familias escapen de sus países de origen en caso de emergencia.
Los programas de admisión desde los países de origen, el reasentamiento y los procedimientos de reunificación familiar permiten a los niños escapar de la guerra y la persecución por vías legales, en lugar de por vías irregulares y, por lo tanto, peligrosas. Sin embargo, estos programas están disponibles solo para unos pocos y son cada vez más restringidos; sin embargo, es urgente ampliarlos para proteger a los niños y a sus familias.
Los niños y las familias que huyen de zonas de crisis o guerra necesitan protección fiable y perspectivas reales. Los permisos de residencia precarios y el miedo a la deportación dificultan que los niños se integren en una nueva sociedad y se labran un futuro.
Años de incertidumbre suelen provocar un estrés psicológico severo. Los niños refugiados deben poder forjarse un futuro y, para ello, necesitan protección confiable.
Los niños necesitan más que un techo sobre sus cabezas: necesitan un hogar seguro, acceso a la educación, salud y atención psicosocial.
Pero los niños también deberían poder ayudar a dar forma a las sociedades en las que viven: sus voces y experiencias deben ser escuchadas en los procesos de toma de decisiones.

Cuando faltan rutas seguras, los niños quedan indefensos: son explotados, detenidos o mueren. Quien impide las rutas legales viola los derechos de los niños y es responsable.
preguntas y respuestas
Al igual que los adultos, los niños y los jóvenes huyen de las guerras y los conflictos armados, de la falta de perspectivas y de la pobreza, de la persecución y la discriminación, y de los efectos de la crisis climática y la destrucción del medio ambiente en sus países de origen.
Entre las razones típicas de huida de los niños se incluyen el reclutamiento como soldados o la amenaza de reclutamiento al llegar a la edad adulta, así como prácticas específicas de género como el matrimonio forzado, la mutilación genital femenina (MGF) y la prostitución forzada. Los niños, niñas y jóvenes también se ven afectados por formas específicas de trata de personas, esclavitud y explotación laboral infantil.
Las rutas peligrosas e “ilegales” son a menudo las únicas opciones disponibles para los niños y sus familias que huyen de los conflictos y la persecución.
Las vías de admisión seguras y legales son prácticamente inexistentes, y los escasos programas y regulaciones existentes se ven cada vez más restringidos en todo el mundo. Por ejemplo, el gobierno federal alemán anunció en su acuerdo de coalición su intención de suspender los programas de reasentamiento y admisión, y restringir aún más la reunificación familiar.
Los niños y las familias a menudo no tienen más remedio que embarcarse en viajes peligrosos. Al llegar a Europa, tienen derecho a que se examine su solicitud de asilo. Este derecho fundamental también se cuestiona cada vez más.
La gran mayoría de los niños y jóvenes que buscan protección en Alemania llegan con uno o ambos progenitores. Sin embargo, en los últimos años, casi una quinta parte de todos los solicitantes de asilo menores de edad que solicitan asilo por primera vez han sido los llamados menores no acompañados: huyen solos o son separados de sus familias durante la huida.
Los motivos para huir sin adultos son diversos y complejos. Un gran porcentaje de menores refugiados no acompañados afirma haber huido por voluntad propia, contrariamente al mito común de que «los jóvenes siempre son enviados por sus padres». Cuando los padres apoyan la huida de sus hijos, no lo hacen a la ligera: la desesperación y la falta de perspectivas los llevan a aceptar la huida de sus hijos por rutas inseguras.
Los programas de recepción específicamente abiertos a niños y jóvenes vulnerables podrían ahorrarles a los niños el peligroso viaje y a sus familias la ansiedad y la inevitable participación de contrabandistas y traficantes.
Para viajar en un vuelo regular, los niños y jóvenes necesitan una visa. Esta solo se otorga mediante admisión humanitaria (es decir, mediante programas de admisión o procedimientos de reunificación familiar).
Sin embargo, muy pocos niños en zonas de guerra y crisis tienen acceso a estas rutas de escape seguras: los gobiernos de todo el mundo están restringiendo cada vez más estas vías de acceso legales.
Con mayor frecuencia (aunque no exclusivamente) son niños y jóvenes los que emprenden solos las peligrosas rutas de escape.
El acceso de las niñas a las rutas de escape y a los sistemas de apoyo a menudo está severamente restringido, y las mismas violaciones de derechos que hacen que las niñas y las mujeres jóvenes huyan (como el matrimonio forzado, la violencia sexual y doméstica y la privación masiva de derechos) también les dificultan salir del país.
Por eso son especialmente importantes los programas de acogida abiertos específicamente a grupos especialmente vulnerables, ya que garantizan que quienes se encuentran en situación de mayor riesgo puedan escapar.
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Ana Jacinto
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